La compasión como principio que nos orienta
Basta mirar por la ventana de cualquier apartamento de la ciudad, leer los artículos de prensa o navegar en la web, nos encontramos en tiempos de ritmos acelerados, inundados en excesos de información, abrumados por las difíciles noticias -y las fakes-, asombrados por los avances tecnológicos y, por supuesto, crecientes exigencias académicas. Allí la compasión emerge como una competencia bioética indispensable. No se trata solo de comprender el sufrimiento del otro, sino de responder activamente para aliviarlo. En la bioética contemporánea, esta disposición se convierte en un principio que ayuda a guiar nuestras decisiones, nuestra forma de relacionarnos y la manera en que construimos comunidad, la otredad cobra valor y vigencia.
Desde el Departamento de Bioética proponemos cultivar la compasión en la universidad, una apuesta por climas educativos y espacios de interacción más seguros y humanos que responden a los ideales fundacionales propuestos en el enfoque biopsicosocial y cultural.
La evidencia señala que las instituciones que promueven prácticas compasivas disminuyen el desgaste emocional, favorecen la toma de decisiones responsables y fortalecen el sentido de propósito en estudiantes, docentes, personal administrativo y tantas otras personas que colaboran en la universidad. Qué mejor excusa para la bioética, entendida como esa reflexión sobre el respeto a todas las formas de vida, para ejercer su compromiso esencial de abogar por el cuidado de los demás, de todos los seres sintientes y de la naturaleza.
Así pues, la compasión tiene una dimensión prosocial ineludible: nos ayuda a reconocer desigualdades, vulnerabilidades y asimetrías, promoviendo respuestas que buscan la solidaridad, la dignidad y la justicia. Por ello, se convierte en un sello identitario de la bioética y en un horizonte para nuestra vida universitaria y nuestra propuesta académica y formativa.
Te invitamos a incorporar la compasión en tu cotidianidad: escucha activa, comunicación respetuosa, reconocimiento del otro y sus saberes, introspección, atención plena y autocuidado. Te invitamos a ampliar el “círculo de nosotros”, cada gesto cuenta, cada encuentro importa.
Hagamos de nuestra cultura de la vida, su calidad y su sentido, una experiencia profundamente humana, incorporada y sentida, hagamos de nuestro transitar bioético uno colaborativo, ecuánime, bondadoso y compasivo.
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