DÍA INTERNACIONAL DE LA BIOÉTICA


Cada 19 de octubre conmemoramos el Día Internacional de la Bioética, recordando la aprobación de la Declaración Universal sobre Bioética y Derechos Humanos (DUBDH) de la UNESCO en 2005. Este documento supuso un avance trascendental para la humanidad, por primera vez se reconocía, de manera consensuada por la comunidad internacional, que los desarrollos científicos y tecnológicos debían orientarse por principios éticos universales como el respeto por la dignidad humana y los Derechos Humanos (DDHH), la justicia, la equidad, la solidaridad, la responsabilidad con las generaciones futuras y la protección de los ecosistemas y la biósfera.

La DUBDH nació en un contexto en el que la bioética se entendía principalmente como una ética aplicada al ámbito de la medicina y las ciencias de la vida. Sin embargo, desde entonces ha ampliado sus horizontes y hoy, veinte años después, se reconoce como un espacio de reflexión, deliberación y acción colectiva, donde los principios no se quedan en el plano teórico, sino que iluminan decisiones concretas en escenarios políticos, económicos, ambientales y culturales. La bioética contemporánea no se limita a los laboratorios o a los hospitales; se vive en los territorios, en las comunidades y en los debates sobre justicia social, paz, sostenibilidad y dignidad de todas las formas de vida.
En este día, más allá de recordar un documento, estamos llamados a preguntarnos cómo esos principios se hacen realidad en el mundo actual. Lamentablemente, la respuesta no es alentadora. El conflicto en Gaza, con su caudal de muerte y sufrimiento, nos recuerda que la humanidad sigue atrapada en dinámicas de violencia donde los más vulnerables; niños, mujeres, adultos mayores y vivientes no humanos padecen los estragos de la guerra y se convierten en víctimas inocentes. La bioética nos exige levantar la voz frente a la deshumanización, denunciar la injusticia y recordar que toda vida tiene un valor intrínseco que ninguna guerra puede arrebatar.
No obstante, el Departamento de Bioética de la Universidad El Bosque quiere recordar hoy que, en nuestro país y en toda Latinoamérica, existen realidades que claman con igual urgencia. Miles de niños de comunidades sumidas en la pobreza padecen el peso de la corrupción y el abandono institucional, a ellos no los alcanzan las bombas, pero sí los condena la indiferencia. El hambre, la violencia en todas sus formas, la falta de acceso a salud y educación, y la marginación histórica les niegan un futuro digno. En su sufrimiento se revela una contradicción dolorosa, mientras proclamamos la vigencia de la DUBDH, seguimos fallando en garantizar los derechos básicos de quienes deberían ser el centro de nuestro cuidado colectivo.
Hoy alzamos la voz también por los ecosistemas que garantizan la vida. La deforestación, la pérdida de biodiversidad, la contaminación de ríos y suelos, y el cambio climático ponen en riesgo no solo la salud ambiental, sino la supervivencia de las generaciones presentes y futuras, tanto humanas como no humanas. Defender a la niñez y a los pueblos es inseparable de defender la tierra, el agua, el aire y todas las formas de vida que hacen posible la existencia. Los principios de solidaridad, equidad y responsabilidad con las generaciones venideras cobran aquí su máxima relevancia.
El Día Internacional de la Bioética no puede reducirse a una conmemoración simbólica, es un llamado a renovar el compromiso con los principios de la DUBDH y a reconocer que la bioética es, ante todo, una fuerza transformadora. No basta con deliberar en espacios académicos, necesitamos traducir esa reflexión en acciones concretas que hagan de la dignidad de todos los seres sintientes y de los ecosistemas una realidad palpable.
Hoy, más que nunca, la bioética debe entenderse como un proyecto ético-político de humanidad compartida. En tiempos de guerra, nos recuerda la urgencia de la paz; en medio de la corrupción y la desigualdad, nos convoca a defender la justicia; frente a la deforestación y la pérdida de biodiversidad, nos impulsa a cuidar la naturaleza; ante la marginación de los pueblos ancestrales y de las comunidades LGTBIQ+, nos llama a reconocer la diversidad y a construir sociedades incluyentes, donde nadie quede relegado.
Desde nuestro Departamento hacemos un llamado a no ser indiferentes. La bioética no es una teoría lejana ni un conjunto de principios abstractos, es una práctica cotidiana que se manifiesta en las decisiones que tomamos como sociedad, en las políticas públicas que impulsamos y en la manera en que tratamos a los más vulnerables. La bioética nos invita a pensar, sí, pero sobre todo a actuar con responsabilidad y compasión.
Como bioeticistas, conmemorar este día es reafirmar nuestra convicción y compromiso con la protección de cada uno de los principios de la DUBDH a partir de los cuales la bioética continúa su camino hacia la transformación, convirtiéndose en una fuerza colectiva que cambia realidades y nos recuerda que, pese a las sombras, aún es posible soñar y construir un mundo más justo, incluyente y humano.
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