Pandemia, Datos, Cuerpos Físicos y Cuerpos Digitales: Nuevos Retos para la Bioética

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Hernando Augusto Clavijo Montoya

 

Para Agamben (2020) “la invención de una epidemia” justifica hablar del origen de nuevos estados de excepción que asocian rápidamente la irracionalidad con datos de porcentajes de contagios, morbilidad y hospitalización (incluyendo a las unidades de cuidado intensivo). Esos datos, según Agamben, son de mínima significancia para justificar las acciones de excepción, a las que les da el rótulo de pánico infundado y desproporcionado, pero también pueden interpretarse como acciones de prevención en salud pública. Atravesar la frontera de los derechos individuales para confrontarlos con estados de excepción que, en este caso, más bien son medidas sanitarias en las que los dos metros de distanciamiento social se convierten en el foco de la discusión, plantea desafíos que sin duda requieren de más referentes que los propuestos por este autor.


Existen otras críticas que ha recibido Agamben. Por ejemplo, Rodríguez (2020) dice que la postura de Agamben frente al gobierno de Italia cuando lo señala de “inventar una epidemia” y de “abolir al prójimo”, por guardar los 2 metros propuestos de distanciamiento social, así como la crítica por los muertos que perdieron su derecho a un funeral, desafía el sentido común. Nancy (2020), por su parte, le recuerda a Agamben que en otras infecciones respiratorias virales existe la posibilidad de contar con vacunas, las cuales deben ser actualizadas constantemente debido a la alta tasa de mutaciones en los virus, y resalta que la mortalidad del coronavirus es mayor. En ese contexto, cualquier intento de crítica apresurada contra los gobiernos puede confundir “una maniobra de distracción” con una “una reflexión política”. 


Más allá de estas críticas, emerge un interés y una preocupación por los datos, por su obtención, por su interpretación y por las políticas generadas con los mismos. Aquí se plantea la tesis de que el cuerpo físico se convierte en un cuerpo digital sobre el que los algoritmos proponen alternativas de decisiones para elaborar diferentes posibilidades de dispositivos que impactan, de una u otra forma, a los cuerpos físicos.


Bostrom (2002) plantea la tipología del riesgo con base en el alcance (personal, local o global), la magnitud (cómo cada individuo puede ser afectado negativamente) y la probabilidad (la estimativa de que el efecto adverso se pueda presentar). Ese riesgo puede ser soportable (a pesar del daño hay posibilidades de recuperación) o terminal (definitivo). Por ejemplo, el riesgo que Bostrom denomina como existencial abarca las dimensiones global y terminal porque puede aniquilar cualquier forma de vida inteligente en el planeta o disminuir drásticamente sus posibilidades de sobrevivencia. Una epidemia hace parte de la dimensión soportable (aún siendo lamentable su alcance en morbilidad y mortalidad existen posibilidades de sobrevivencia para la especie), mientras que una dimensión terminal le corresponde al choque de un asteroide con la Tierra o una destrucción nuclear en cadena.  Sin embargo, surge la pregunta de qué sucedería si el VIH-Sida fuese hipotéticamente tan contagioso como un resfriado común en un mundo que es cada vez más globalizado y que se caracteriza por estar más conectado a través de sus medios de transporte, por el aumento de la densidad poblacional característica de las grandes ciudades y por el permanente comercio de los alimentos (Bostrom, 2002). 


Harari (2020) explica que con la pandemia del Covid-19 la humanidad enfrenta una de sus más grandes crisis y que muchas decisiones que se tomen influenciarán la cotidianidad del mundo pospandemia. Por ejemplo, la vigilancia, con la posibilidad del monitoreo de medidas biométricas (la temperatura corporal), puede pasar de una “vigilancia epidérmica” a una “vigilancia hipodérmica”; con esta, los Estados que mantienen el dominio sobre los algoritmos tendrán de la capacidad de identificar un contagio aún mucho antes de que la misma persona lo pueda considerar.


Han (2020) afirma que en el mundo actual cuando se habla de soberanía, realmente es soberano quien tiene los datos. De esta forma la biopolítica y la psicopolítica digitales son las que pasan a controlar a las personas.


Para enfrentar una pandemia en la actualidad, en un mundo globalizado, se requiere también de datos. Con la implementación progresiva de la tecnociencia, en términos de las posibilidades que emergen en las ciencias de la computación con el aprendizaje profundo (deep learning), los cuerpos físicos pasan también a ser cuerpos digitales (datos biométricos, desplazamientos, contactos que aparecen positivos en las pruebas, etc.) sobre los que se realizan los análisis para la toma de decisiones. Dentro de los posibles futuros escenarios pospandemia se encuentra el monitoreo de los registros biométricos en salud a través de diferentes dispositivos (incluidos los teléfonos celulares) y la vigilancia por medio de cámaras de reconocimiento facial con el uso de la inteligencia artificial. De esta forma, desde el inicio de algunas enfermedades hasta la adherencia a los tratamientos, se podrá hacer monitoreo de forma rutinaria; de hecho, esto ya se está haciendo.


Es muy difícil prever una pandemia, sin embargo, queda la inquietud de por qué no estábamos más preparados. En un mundo competitivo, en el que el destino pareciera dividirnos en dos, por un lado, con los personajes individuales denominados y autodenominados emprendedores, capaces de crear empresas innovadoras y, por otro, con los losers (perdedores), un virus que ni siquiera se sabe si es un microorganismo vivo o no, dadas las múltiples definiciones de vida, nos recuerda a todos que el emprendimiento realmente debería implicar una cooperación más efectiva por parte de las organizaciones y de los diferentes gobiernos, en sus esfuerzos por prevenir, mitigar y tratar una pandemia, así como muchas otras condiciones que generan vulnerabilidad. Han (2020, p. 99) reivindica el manejo que le han dado los países asiáticos a la pandemia: “¿qué ventajas ofrece el sistema de Asia que resulten eficientes para combatir la pandemia? Estados asiáticos como Japón, Corea, China, Hong Kong, Taiwán o Singapur tienen una mentalidad autoritaria, que les viene de su tradición cultural (confucianismo)”. Sin embargo, estas medidas dejan a la deriva temas como la protección de datos y, en forma más amplia, los derechos individuales. Un ejemplo se encuentra la implementación del sistema de crédito social en China, algo impensable en muchos países de Europa o en los Estados Unidos. Como lo expresa Han (2020, p. 100) en el vocabulario de las personas en China no se escucha el término “esfera privada”. 


Muchos países han convertido como propio su problema frente a la pandemia causada por el Covid-19 y han cerrado sus fronteras para impedir el ingreso de connacionales o de extranjeros, lo cual es una medida justificada en términos de salud pública. Sin embargo, el cierre de fronteras no implica la ausencia de cooperación efectiva entre los países. Parece que la gestión se quiere reducir a otro dato que es consultado con mucha frecuencia: los mapas con los números de personas contagiadas, fallecidas y recuperadas que para algunos se han convertido en territorios de competencia digital y, al mismo tiempo, de inseguridad e incertidumbre para el público en general. La presión sobre la meta de resultados no debe obviar la importancia de la cooperación efectiva en estos momentos. Es paradójico que ante tanto desarrollo tecnológico y capacidad de producción de muchas empresas nacionales, transnacionales y de la implementación de diferentes políticas de salud, los elementos del personal sanitario para hacer frente a la pandemia se encuentren todavía escasos, al igual que los equipos para diagnóstico. A esto hay que sumarle que las personas del sector de la salud, que aunque evidentemente cumplen con su labor de forma extraordinaria y sacrificada, son insuficientes en número para atender la contingencia de la pandemia.


Si tomamos el principio de universalidad, con base en la propuesta de Maliandi y Thüer (2008), y lo adaptamos al contexto actual de la pandemia y al uso de las tecnologías y de los algoritmos en los cuerpos digitales, y lo vemos desde la perspectiva de la salud pública de los diferentes gobiernos (la procura del bien común) y buscamos un cumplimiento óptimo con respecto al principio de individualidad (respeto de los derechos de cada ciudadano), se nos plantea un conflicto ético: lo óptimo es incomposible. En otras palabras, un principio ético no puede tener cumplimiento óptimo sin comprometer otro principio.  Harari (2020) contempla un conflicto entre el empoderamiento ciudadano y la vigilancia totalitaria en sus formas de “vigilancia epidérmica” y de “vigilancia hipodérmica”. De otra parte, Han (2020) coincide en que China le apuesta a una absoluta vigilancia digital para hacer frente a la pandemia. Desde esta perspectiva, se hace necesario plantear soluciones en términos de convergencias que permitan establecer consensos para enfrentar un problema que es de salud pública y que afecta también a cada miembro de la sociedad en diferentes aspectos. En este reto se debe buscar la cooperación efectiva de las diferentes ocupaciones, organizaciones y gobiernos, respetando los valores de las personas, en el característico contexto pluralista de las sociedades contemporáneas. El ámbito deliberativo, que también hace parte del quehacer de la bioética, brinda oportunidades para establecer estos consensos.


Gabriel (2020) observa que los sistemas de salud se han convertido en la responsabilidad de cada Estado frente a un virus que no reconoce fronteras, lo que en últimas caracteriza a una pandemia. De otra parte, plantea la importancia de la educación ética, que considera una “nueva ilustración”, para hacer frente a los riesgos de seguir de una forma ciega a la tecnociencia. Así mismo, Gabriel critica la solidaridad que esta tecnociencia despierta frente a la pandemia, aunque la considera importante, cuando se compara con la escasa conciencia filosófica de los alcances de un capitalismo cuantitativo que mantiene en una competencia sin fin a las naciones. 


La bioética enfrenta desafíos a largo, mediano y corto plazo, con y sin pandemia. Necesitamos fortalecer la educación en bioética en las universidades, en los diferentes planes de estudio, así como en otros ámbitos educativos; es evidente que estos y otros retos no se limitan a las profesiones de la salud. También se hace imprescindible que se gestionen todas las condiciones necesarias y oportunas para que los comités o las comisiones nacionales e internacionales en bioética puedan ejercer su labor como consultores en los diferentes contextos en los que son requeridos. De otra parte, debemos fomentar espacios de deliberación bioética en las diferentes organizaciones, incluidas aquellas que tienen otras modalidades de comités de bioética, para que se logren establecer consensos que permitan realizar una cooperación efectiva.


Referencias

Agamben, G. (2020). La invención de una epidemia. En P. Amadeo (Ed.), Sopa de Wuhan (pp. 17-19). Aspo. https://bit.ly/2Vydaaj
Bostrom, N. (2002). Existential risks analyzing human extinction scenarios and related hazards. Journal of Evolution and Technology, 9(1), 1-31. https://www.nickbostrom.com/existential/risks.pdf 
Gabriel, M. (2020). El virus, el sistema letal y algunas pistas para después de la pandemia. En P. Amadeo (Ed.), Sopa de Wuhan (pp. 129-134). Aspo. https://bit.ly/2Vydaaj
Han, B-C. (2020). La emergencia viral y el mundo de mañana. En P. Amadeo (Ed.), Sopa de Wuhan (pp. 97-111). Aspo. https://bit.ly/2Vydaaj 
Harari, Y. N. (2020, 6 de abril). Yuval Harari: el mundo después del coronavirus. La Vanguardia. https://www.lavanguardia.com/internacional/20200405/48285133216/yuval-harari-mundo-despues-coronavirus.html 
Maliandi, R., & Thüer, O. (2008). Teoría y praxis de los principios éticos. Ediciones de la UNLa.
Nancy, J-L. (2020). Excepción viral. En P. Amadeo (Ed.), Sopa de Wuhan (pp. 29-30). Aspo. https://bit.ly/2Vydaaj
Rodríguez, P. (2020, abril). Los intelectuales y los lugares comunes ante el coronavirus. El País. https://www.pagina12.com.ar/258063-los-intelectuales-y-los-lugares-comunes-ante-el-coronavirus 


 

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